El hablar de dinero es un asunto muy delicado especialmente en el contexto de la iglesia. Se sabe de sobra que los funcionamientos cotidianos de la iglesia que nos permiten operar en relación a lo material requiere el apoyo monetario de una congregación. Sin ebargo, por las presiones financieras o incluso el deseo de hacer la visión de Dios, muchas iglesias terminan sobre-enfatizando de manera abusiva y manipulativa el que la gente de. Nosotros no queremos abuzar las Escrituras con los versos que usualmente se usan para concientizar a las personas que den (Malaquías 3:10). Lo que queremos es que cada creyente tenga un entendimiento pleno acerca de las finanzas y como se relacionan con Dios y su iglesia, específicamente en esta expresión llamada Compañerismo Cristiano. Otra vez, admitimos que ciertas operaciones dependen del sustento financiero de la congregación. Creemos que la causa dada a nosotros por Dios de alcanzar la ciudad, la nación y el mundo valen la pena en la expansión del Reino. Confiamos en la generosidad y responsabiblidad y buena administración de cada miembro en nuestra iglesia en cuanto a sus finanzas. Oramos para que la provisión divina este presente en cada hogar sabiendo que Dios suple todo lo que nos falta conforme a sus riquezas en gloria y que él da semilla al que tiene el deseo de sembrar. En esta ocación quisiera compartir acerca de “Dios y el dinero” basado en el libro del mismo nombre (God and Money). Cada verso de las enseñanzas de Dios en el dinero está lleno de sabiduría y perspicacia. Sin embargo, a veces los seres humanos necesitamos una “versión resumida” para ayudarnos a aplicar esas enseñanzas a nuestra vida cotidiana.
Presentamos lo que llamamos los Siete Principios Básicos Bíblicos en cuantoa las riquezas y el dar. Piense en estos principios básicos como herramientas para traducir las lecciones de Dios sobre el dinero en nuestra vida cotidiana. Todo lo que tenemos le pertenece a Dios. TODO. Una comprensión adecuada de las riqueza y el dar comienza con el reconocimiento de que todo lo que tenemos en realidad pertenece a Dios. Sin embargo, abrazar esta actitud es increíblemente difícil. Mientras que muchos de nosotros estamos dispuestos a reconocer la soberanía de Dios sobre la creación, montañas, océanos, incluso la bendición de la vida humana, normalmente somos reacios a atribuir esa soberanía sobre nuestras casas, planes de vacaciones, y nuestras cuentas bancarias. Una posible razón de esto es la tendencia natural de los seres humanos a atribuir los éxitos a factores internos, y atribuir los fracasos a factors externos. En otras palabras, es natural que sobre-enfaticemos nuestro propio papel cuando las cosas buenas suceden en nuestras vidas. Por el contrario, una comprensión adecuada de nuestras posesiones de hecho, toda nuestra existencia –es a través del lente de la soberanía de Dios. Todo fue creado por él y para él (Colosenses 1:16). Por lo tanto, todas las cosas pertenecen a Él (1 Crónicas 29:11). Esto incluye a nosotros mismos: “¿O ignoráis…que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19-20). Por desgracia, a menudo no reconocemos este hecho. Incluso cuando nos “ganamos” algo (por ejemplo, cuando trabajamos duro para ahorrar dinero para el pago inicial de una casa) lo consideramos nuestro, pero lo hacemos mediante el uso de habilidades que nos ha dado Dios (Salmo 144:1), en un trabajo regalado a nosotros por Dios (Éxodo 20:9), con el apoyo de una organización y una economía política ordenadas por Dios (Romanos 13:1-2), las cuales se llevan a cabo momento a momento a través de Dios (Colosenses 1:17). En otras palabras, el crédito es todo suyo. ¿Cuáles son las implicaciones de esto? En primer lugar, debemos de estar abrumadamente agradecidos con Dios por su bendición abundante. En segundo lugar, debemos reconocer la importancia de nuestro papel como administradores de los bienes de Dios. Nuestra riqueza y posesiones se deben utilizar para los propósitos de Dios. Las Escrituras son claras al decir que Dios nos ha llamado a ser administradores de sus posesiones (Lucas 12: 42-43). La mayordomía es la administración activa y responsable de la creación de Dios para los propósitos de Dios. La administración requiere que nos involucremos activamente en la utilización y distribución de los recursos de Dios para lograr Sus objetivos. Esto no solo incluye dar, sino que también implica mucho más: orar por sabiduría en la asignación de sus recursos; proporcionando liderazgo para las organizaciones (iglesia o para-iglesia) que están utilizando o distribuyendo dichos recursos incluyéndonos a nosotros mismos. Tenga en cuenta que esta definición de mayordomía se aplica a todos nuestros recursos, no solo nuestros diezmos y ofrendas. Si abrazamos esta definición, todo lo que compramos debe hacerse a través del objetivo de promover el Reino de Dios. Los recursos que gastamos en nuestra familia, las vacaciones y el entretenimiento deben ser visto como un medio para servir el Reino de Dios. Debemos ser administradores activos, reflexivos y estratégicos de las posesiones de Dios. A veces eso significa dar con sacrificio al Señor. El punto es tener una idea clara de por qué usted está usando los recursos de Dios de la manera que los usa. La riqueza es como la dinamita, con un gran potencial tanto para el bien como para el mal. El dinero es una de las fuerzas más poderosas del planeta. El autor y poeta Carl Sandburg dijo que “el dinero es poder, libertad, un cojín, la raíz de todos los males, la suma de bendiciones.” El dinero en sí no es intrínsecamente bueno o malo, pero es de gran poder. Además, los seres humanos son particularmente susceptibles a la tentación de enamorarse del dinero, y nuestro carácter es muy vulnerable a su influencia corrosiva. Paul Piff, psicólogo y profesor de la Universidad de California, Irvine, estudia cómo el dinero influye en las relaciones entre personas y ha visto esta corrosiva influencia en acción. Su sorprendente conclusión es que el dinero nos hace groseros y malvados . En cada experimento, ingresos monetarios grandes se correlacionaron con “comportamientos groseros y malvados” Piff elabora, “Lo que hemos ido encontrando. . . es que a medida que aumenta el nivel de riqueza de una persona, sus sentimientos de compasión y empatía bajan, y sus sentimientos de derecho, de merecimiento, y su ideología de ser importante aumenta. No es de extrañar que Dios nos advierte tan fuertemente del poder corrosivo de las riqueza: “donde está tu tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Lucas 12:34). La riqueza del mundo es efímero; el tesoro celestial es eterno. Como cristianos, tenemos el conocimiento del resultado final, la venida del Reino de Dios. Por lo tanto, la acumulación de gran tesoro terrenal que no podemos utilizar es miope si es que no es una completa pérdida de tiempo. Jesús llamó “tonto” al hombre que estaba almacenando bienes para si (Lucas 12:13-21). En vez, hay que centrarse en el almacenamiento de tesoros en el cielo. Esto significa mantener una “perspectiva eterna” en la administración de nuestros bienes. El profeta Isaías nos exhorta: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no satisface?” (Isaías 55:2). Al decidir cómo administrar nuestro dar, el consumo y el ahorro, hay que preguntarse qué curso de acción glorifica a Dios y beneficia mas Su Reino en la Tierra. Una actitud apropiada hacia la riqueza prioriza tesoros en el cielo por un tesoro en la Tierra. Un peligro agudo de nuestra increíble riqueza es que con frecuencia podemos dar una cantidad que “suena” generosa, pero que en realidad nos cuesta muy poco. Creemos que podemos “comer, beber y ser feliz” ahora, mientras que al mismo tiempo acumulamos tesoro en el cielo para vivir la buena vida una vez que lleguemos allí también. Por desgracia, la posesión de dos tesoros separados no es una opción: inmediatamente después de llamar al hombre rico un tonto, Jesús añade: “Así es el que acumula riquezas para sí y no es rico para con Dios.” Dar generosamente a los pobres es un deber moral en un mundo caído. Vivimos en un mundo caído, consecuencia de lo cual es la existencia del sufrimiento humano. El Proyecto de la Teología del Trabajo informa que 1.4 millones de personas viven en condiciones de pobreza extrema, es decir, que carecen de los recursos para la prestación básica. Además, 1.1 millones de personas viven en condiciones de subsistencia, en una especie de existencia “de mano a la boca.” Estas estadísticas implican más de uno de cada tres seres humanos vivos hoy en día vive en la pobreza. En ninguna parte la abundancia material es promesa de Dios para toda la humanidad; de hecho, la Escritura indica que esta vida será difícil para muchos seguidores de Dios. A los antiguos israelitas se les dijo que “siempre habrá gente pobre en la tierra...” (Deuteronomio 15:11). Sin embargo, Dios tiene un amor tan profundo hacia toda su creación. Por lo tanto, nosotros, como la Iglesia tenemos la obligación moral de apoyar a nuestros semejantes, especialmente los pobres. Ahora que servimos como las manos y los pies de Jesús, debemos tomar el ejemplo de Jesús en el cuidado de los marginados (Romanos 12: 3-8). Dar debe ser voluntariamente, generosamente (aun sacrificialmente), alegremente y basado en las necesidades. Dar debe ser de libre voluntad, no debe ser obligado por las autoridades en nuestra iglesia local. El dar debe hacerse con alegría al reconocer las bendiciones espirituales que Dios derrama sobre aquellos que dan, ya que “Dios ama al dador alegre.” El dar debe aplicarse hacia las necesidades auténticas de la comunidad, específicamente en apoyo de los ministros locales y los pobres. Por último, el dar debe ser generosamente, incluso sacrificial. La belleza de este modo de dar es que libera a los cristianos a servir generosamente a otros fuera del agradecimiento a Dios por su provisión. El reto, sin embargo, es cómo exactamente definir “generoso.” Dar generosamente es dar de tal manera que Dios es glorificado. 1 Crónicas 29:9, 12-14 proporciona una ilustración fantástica de dar de tal manera que glorificar a Dios. El rey David da una ofrenda masiva para apoyar la construcción del templo de Dios: 9 Y se alegró el pueblo por haber contribuido voluntariamente; porque de todo corazón ofrecieron a Jehová voluntariamente...12 Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos. 13 Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre. 14 Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Dar generosamente es dar de tal manera que Dios es glorificado. Dios es glorificado por nuestro dar cuando reconocemos su soberanía, estamos muy agradecidos por su provisión, y estamos alegres en nuestra oportunidad de servirle y darle. Por último, nuestro dar debe ser en acorde con nuestras posibilidades y si somos honestos, Dios ha sido muy bueno con cada uno. Cristo honró con claridad la viuda que de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento en Marcos 12. Tristemente a veces nuestra posibilidades economicas habilitadas por las bendiciones de Dios no llevan a muchos a dar si no a endeudarse. Esto a menudo nos lleva a simplemente cumplir con el “minimo” en cuanto a nuestro dar o simplemente no dar del todo. Al hacer esto estamos diciéndo que Dios no ha sido bueno con nosotros y le damos mala reputación cuando la realidad es que no tenemos por nuestra mala administración, egoísmo y desconfianza. Sin embargo, una y otra vez se ve en las Escrituras que la generosidad del corazone agradecido se demuestra en lo que se da. Dar generosamente rompe el poder del dinero sobre nosotros. Shailer Matthews, un teólogo, dice en broma que “si es mejor dar que recibir, entonces la mayoría de nosotros estamos contentos en de dejar que otros tengan la mayor bendición. La generosidad de hecho es esencial para nuestra propia salud espiritual. Los beneficios de la generosidad incluyen el aumento de la alegría, la satisfacción personal de servir a los demás, el crecimiento espiritual, y la bendición de Dios, ahora y en la eternidad. Tal vez lo más importante es que dar generosamente rompe el poder que el dinero puede mantener tan fácilmente sobre nosotros. Creemos que la idolatría del dinero es una tentación grave para muchos creyentes hoy en día. La Escritura nos advierte del peligro de adorar a Mammón. Pablo nos advierte que “los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en la ruina y la destrucción” (1 Timoteo 6:9). El rey Salomón nos advierte que “El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto” (Eclesiastés 5:10). Jesús nos recuerda: “Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15). Sucumbimos fácilmente a la idea de que sólo un poco más de dinero nos dará la vida que siempre soñamos. Irónicamente, esta creencia errónea parece intensificar a medida que acumulamos más riqueza. Otra consecuencia del amor al dinero es que a menudo nos hace ver lo peor en otros. Empezamos a despreciar los menos afortunados, muchas veces incluso culpándolos de su propia desgracia. Una consecuencia negativa final del amor al dinero es su capacidad para distorsionar la forma en que medimos el éxito en nuestras vidas. Empezamos a utilizar el dinero como una vara de medir para el éxito en el mundo, el éxito ministerial y la autoestima. El amor al dinero hace que seamos inseguros, insatisfechos, y egoístas. Nos engaña a abrazar un sistema falso para medir nuestra autoestima. Por el contrario, ser generoso con nuestra riqueza elimina su poder sobre nosotros. Compartir generosamente nuestra riqueza con los demás nos protege de no caer en el culto a Mammón y nos permite experimentar la alegría incomparable de caminar con Cristo y participando en la redención del Reino de Dios. El dar no sucede por accidente, hay que ser honestos con nuestras finanzas, aplicar los principios bíblicos y planear participar e invertir en lo que Dios tiene su corazón.
1 Comentario
dp
7/21/2016 09:27:28 pm
amen asi es';
Responder
Deja una respuesta. |
AuthorBienvenidos al blog pastoral. Espero que sea de bendición para tu vida. Archives
Enero 2021
Categories |