Por tanto les digo, que el reino de Dios será quitado de ustedes, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Mateo 21:43 Que gran responsabilidad y privilegio Dios nos ha dado. El de ser productores en su reino. Si, Dios quiere que produzcamos mucho fruto. Piensa en eso por un momento: el reino de Dios es dado a aquellos que produzcan los frutos de él. Y el asunto es que el reino de Dios, tanto en el cielo, como en la tierra, ese reino que se nos ha dado, es rico y tiene todo lo que necesitamos (tiempo, terreno, semilla) para que podamos producir su fruto. El evangelio de Jesucristo (en esencia: todos han pecado, por lo tanto están destituidos de la gloria de Dios, pero siendo aun pecadores Cristo murió por nosotros, y resucitó al tercer día y ahora intercede por nosotros, pero regresará un día por los suyos y juzgará el mundo) nos trae a una realización de nuestra condición espiritual (lo perdido que estamos) y hace que podamos producir arrepentimiento. El arrepentimiento cambia de dirección la vida y produce la relación correcta con Dios. La gente no conoce a Dios, pero al mirar a otros en una relación correcta con él, pueden llegar a conocerlo.
La nueva vida en Cristo produce buenas obras. Sí, nuestras acciones deben de ser categóricamente buenas delante de Dios. Si son lo suficientemente buenas delante de Dios al punto de que el las apruebe, serán de bendición para otros porque lo que buscamos a través de la bondad, no es exaltación personal (miren lo bueno que soy) sino que Dios sea glorificado. Al ser productores de acciones buenas, producimos alabanza para nuestro Padre celestial. El Espíritu Santo produce transformación interna. Cambia quienes somos, no superficial, sino fundamentalmente. Cuando trabajamos (si, dije trabajamos, nos asociamos, estamos en acuerdo con él) el Espíritu Santo produce en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio. Contrario a lo que muchos pueden pensar, estos no son sentimientos que van y vienen cuando lo necesitamos. Estos son los componentes de la nueva naturaleza, la esencia de quien Dios quiere que seamos. La pasión y tendencia natural es lo contrario a esta lista. La transformación sobrenatural que el Espíritu produce nos cambia por dentro esas pasiones. Es tiempo de que seamos productores del fruto del reino. Perder el tiempo en cualquier otra cosa que no produzca tal fruto, va en contra del deseo de Dios, quien ha provisto todo para que podamos tener una cosecha abundante. Echa mano de todo lo que él ha provisto para que seas productor de su reino. En el pasaje, Jesús enfatiza la responsabilidad que cada uno en el reino tiene. Al producir el fruto de el, seremos ciudadanos fidedignos del reino de Dios y testigos de quien Dios es a otros. Estaremos permitiendo que, a como el reina en el cielo, su gobierno sea establecido en nosotros y por ende en la tierra. El ciudadano del reino está comprometido a trabajar el, a menudo, duro terreno de su corazón y hacer que sea terreno fértil. A como dice la canción: Al agarrar las manceras Afiánzate bien en ellas No se te vaya a olvidar El mismo Cristo lo dijo Que si tomas el arado Nunca voltees para atrás
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Enero 2021
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