Día 07
Reconcíliense y Perdonen
Perdonar puede ser una tarea gigantesca, como también puede serlo pedir a alguien que nos perdone nuestras malas acciones.

La Escritura de Hoy
Y no entristezcan al Espíritu Santo de Dios, por el cual fueron sellados para el día de la redención. Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira, gritos, insultos, así como toda malicia. Sean mas bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo.
—Efesios 4:30-32, NBLA
Citas Adicionales
Colosenses 3:13 Mateo 18:21-22
Meditación
Según los psicólogos David R. Sigmon y C.R. Snyder, en un artículo de la revista Terapia Cognitiva e Investigación (Cognitive Therapy and Research Magazine), ofender está relacionado con la "privación percibida de lo que legítimamente se debe a una persona." La frase "lo que se debe legítimamente" implica que el individuo que se ofende tiene un concepto aplicable de justicia y sostiene al ofensor responsable de haber transgredido contra ese concepto de justicia".
Al centro de rehusar perdonar a otros se encuentra una ofensa. Alguien nos hizo mal, no nos dio el valor o el respeto que pensamos que merecemos o insultó y disminuyó lo que más valoramos. La respuesta del ofendido es mantener al ofensor preso como rehén de su indignación, riña y enojo. Sucede que mientras se dine una persona solo basado en sus ofensas cometidas contra nosotros u otros, podemos justificar una animosidad que nos permite ya sea villanizarlos o ignorarlos totalmente. Es fácil mirar a otros a través del lente de su ofensas. Pero que difícil es mientras tanto mirar la amargura, resentimiento, indiferencia e ira que se requiere para no perdonar. George MacDonald dice:
El no perdonar a nuestro prójimo, el sacarlo fuera de nuestra misericordia y nuestro amor, es asesinarlo. Podría ser menos malvado asesinar a un hombre que rehusar perdonarlo. Asesinarlo puede que venga de un momento de pasión: el no perdonarlo es la decisión del corazón. Es un asesinato espiritual, lo peor, el odiar el cavilar sobre los sentimientos que excluyen, que matan la imagen, la idea del odiado.
En la oración de Mateo 6, Jesús instruye a pedir perdón al Padre Celestial y que ese perdón que nos otorga sea la motivación para perdonar a otros. Es más después de enseñarles a orar, él enfatiza la conexión entre la oración y el perdón. "Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas" (Mateo 6:14-15, RV1960). Jesus mismo perdonó a sus torturadores en el momento preciso que su cuerpo era traspasado por la máxima expresión del odio y desprecio. No lo tuvo que pensar, no le dio tanta vuelta, no dejó pasar el tiempo. Perdonó instantáneamente. Para aquellos que han establecido una relación con Dios, y son seguidores de Cristo ya no es tolerable el no perdonar.
Un corazón compasivo busca la reconciliación y el perdón. El ofendido debe tomar la iniciativa (Mateo 18:15) ya que demuestra un corazón libre y sencillo. Nosotros hemos sido llamados no a vivir en enemistades unos con otros, sino a reconciliarnos y a perdonar. Esto puede ser significativamente difícil para algunos creyentes. Cuando estas lastimado, alguien te ha hecho mal con palabras o hechos es difícil perdonar. Cuando alguien atropella tu dignidad, te falta el respeto o te devalúa como persona es difícil de perdonar. El orgullo viene a ser un mecanismo de autodefensa que al final aprisiona, no solo a los ofensores, sino también a la persona ofendida. Perdonar es una necesidad y no una opción.
Se requiere un corazón compasivo para reconciliar y perdonar. No se trata de todo lo que el ofensor y su ofensa te han quitado, de lo que te han despojado, se trata de todo lo que Dios quiere darte y restaurar en ti cuando perdonas. Si encuentras que el perdonar es tan difícil como arrancar con tus propias manos un cedro, pídele hoy a Jesús que aumente tu fe y que el transforme tu corazón hoy mismo. Pueda que te des cuenta que el perdonar tiene menos que ver con tu habilidad y mas con tu disposición y todo con el poder sobrenatural de Dios en ti. MacDonald resume lo que debe ser nuestro sentir:
Oré a Dios para que me convirtiera... en una roca que se traga las olas de las ofensas en sus grandes cavernas y que nunca las arroja de vuelta para aumentar la conmoción del mar embravecido de donde llegaron.
Oración + Reflexión
Pídale al Señor perdonarle por entristecer al Espíritu Santo por cómo ha tratado a la gente. Elija hoy reconciliar esas relaciones, siendo amable y considerado.
Vístase hoy de amabilidad, empatía y compasión. Pídale a Dios convertirlo en un agente de gracia y reconciliación para aquellos a su alrededor.
Elija perdonar a quienes le han ofendido, y busque la ayuda de Dios para perdonarles como Él le ha perdonado a usted.